Existen muchos métodos de intervención para personas que sufren de trastornos psicológicos y de neurodesarrollo. Muchas veces nos limitamos a pensar en medicamentos o terapias, pero cabría también preguntarse ¿Qué tan bueno sería la meditación para tratar estos trastornos?
En este artículo podrás encontrar los beneficios que la meditación puede generar en personas con trastornos de estrés, de ansiedad, e incluso, de depresión. Para esto tendremos en cuenta la investigación titulada "Which treatment worked better for whom? Moderators of group cognitive behavioral therapy versus adapted mindfulness based stress reduction for anxiety disorders, realizada por Johana Arch y Catherine Ayers, expertas en neurociencia y psicología respectivamente.
Johanna J. Arch es una profesora del departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado que cuenta con un PhD de Psicología y Neurociencia en la Universidad de California Los Angeles. Johanna afirma que su objetivo es comprender y desarrollar intervenciones para los trastornos de ansiedad, el estrés y el afrontamiento de cáncer. Planteó también que estudia la atención plena y las intervenciones conductuales basadas en la aceptación y la exposición del momento presente.
Así mismo, Catherine R. Ayers, profesora de la Universidad de California en San Diego, cuenta con un PhD de Psicología Clínica en la Universidad George Mason Virginia y afirma que sus intereses se basan en la caracterización y el tratamiento del trastorno de la acumulación, las intervenciones conductuales para los adultos mayores y las intervenciones comunitarias para adultos mayores.
Las autoras buscaban investigar cuál método funcionaba mejor en el momento de utilizar moderadores de la terapia cognitiva-conductual grupal, versus la reducción del estrés basada en la atención plena adaptada para los trastornos de ansiedad.
En otras palabras, buscaban concluir si las terapias cognitivas-conductuales eran más, igual, o menores de efectivas que el mindfulness para la reducción de los trastornos de ansiedad.
Para dicha investigación se eligieron pacientes de la Clínica de Trastornos de Ansiedad de San Diego que contaban con los siguientes requerimientos: a) cumplían con los criterios para un diagnóstico principal de trastornos de ansiedad, b) estaban entre los 18 y 75 años, c) hablaban inglés. Se les realizó una entrevista posterior al inicio de la investigación y se proponían realizar la misma entrevistas 2 o 3 semanas después para así poder comparar resultados.
Seguido de esto, los pacientes se asignaron al azar para terapias de conducta cognitiva y para la práctica de atención plena (Mindfulness). Cada uno de los grupos se reunió semanalmente durante 90 minutos para un total de 10 sesiones, con la excepción de una práctica de mindfulness que se realizó la semana 7 como un retiro de 3 horas. Ambos tratamientos utilizaron cuadernos de trabajo para los pacientes con contenido didáctico, folletos, tareas y ejercicios durante la sesión.
En las sesiones de terapia de conducta cognitiva se basaron en identificación de objetivos de tratamiento y autocontrol, en reentrenamiento respiratorio y reestructuración cognitiva, en actividades introspectivas, en exposiciones individuales y en la prevención de recaídas. Por otro lado, en las sesiones de mindfulness se incluyeron breves sesiones grupales, prácticas en casa y retiros grupales. Estas consistían en tratar el miedo y la ansiedad, en el escaneo corporal, en la respiración, en el yoga consciente, en la meditación, en el silencio continuo y por último se enfocaron en la reflexión y a vivir conscientemente desde un lugar de virtud personal. Cabe resaltar que en cada una de las sesiones se repetía la práctica de la meditación, de la respiración y del escaneo corporal.
Resultados
Una vez realizadas las sesiones, se pudo evidenciar que tanto en las terapias de conducta cognitiva como en el mindfulness, los pacientes clasificaron las sesiones como “muy buenos a excelentes”. Así mismo se pudo analizar que ambas metodologías fueron evaluadas como “creíbles” y no por parte de los pacientes, sino por parte de los resultados de evolución de los trastornos de ansiedad.
Los resultados también mostraron que el mindfulness era más útil para pacientes con trastorno de ansiedad y con síntomas de depresión significativos mientras que las terapias de conducta cognitiva eran más útiles para los pacientes con trastorno de ansiedad y con relativamente pocos síntomas de depresión.
Así mismo se presentaron más resultados que dieron a entender que el mindfulness es más efectivo en pacientes con trastornos de ansiedad y que sumado a eso cuentan con síntomas de depresión y estrés significativos, mientras que las terapias de conducta cognitiva son más efectivos en pacientes que cuentan son síntomas de depresión y estrés leve. Es a partir de esta conclusión que podemos evidenciar el funcionamiento y la eficacia del mindfulness en trastornos psicológicos como lo son los trastornos de ansiedad.
Aun así, como se plantea en el texto, cabría realizar más estudios frente a la eficacia del mindfulness en otros trastornos psicológicos para lograr introducir esta práctica en la ciencia occidental en la que vivimos hoy en día.
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